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 Jarrod CrimsonHare: El Conejo Rojo

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CrimsonHare

CrimsonHare


Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 27/11/2017

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MensajeTema: Jarrod CrimsonHare: El Conejo Rojo   Jarrod CrimsonHare: El Conejo Rojo Icon_minitimeVie Dic 01, 2017 2:21 am

Esta va a ser una de las primeras fichas del foro, y ya que soy un oficial, ¿No tendría que dar un poco el ejemplo? En fin, esta será la ficha de mi personaje más característico y el que más reconocerán, sin nada más que decir, vamos a ello.

Jarrod CrimsonHare: El Conejo Rojo




De forma breve

Mercenario con años de experiencia en combate, tan animado como astuto, sin fijaciones en razas o bandos, riendo mientras comparte un trago junto a compañeros o en las puertas de la muerte.

Personalidad

Es alguien bastante accesible y animado, tratara de igual manera a quien sea que tenga delante, sin importar su estatus, raza o afiliación, incluso con un lado sentimental; pero uno no debe dejarse engañar por esto, su experiencia afilo sus instintos y es difícil atravesar su guardia; durante la batalla es como un perro salvaje, pero como la fuerza puede fallar ante muchos oponente utiliza la precisión y la velocidad para sobreponerse ante sus oponentes; todo lo anterior cubierto por una sonrisa desafiante para sus compañeros y una carcajada casi perturbadora para sus enemigos.

Apariencia

En sus 65 años su apariencia sería la de un humano de 20 años... o debería, su arduo entrenamiento y tiempo en combate añejaron su apariencia un poco más. Sus rasgos faciales son mucho más masculinos que en su juventud aunque su cabello sigue siendo largo, aunque ahora recogido al lado, y de un rojo profundo, sus ojos verde opaco, y su piel casi tan blanca como la nieve; su físico está bien entrenado, pero sin musculatura excesiva, con una altura de unos 1,95 mts. Como muestra de sus batallas su cuerpo está cubierto en su mayoría de cicatrices, aunque las más visibles son aquella que empieza debajo de su oreja derecha y casi llega a la comisura de su boca, la que comienza en el pómulo izquierdo y baja hasta perderse en su armadura (la cual sigue hasta la zona superior de su abdomen), y la marca a mitad del tabique de su nariz. Posee un pendiente con la forma de una lanza en su oreja izquierda, uno en forma de hoz en la oreja derecha y un tatuaje de una moneda con dos lanzas cruzadas en su mano izquierda.

Equipamiento

Siempre lleva una armadura de placas de colores oscuros, aunque la modifica para no perder su estilo ágil de pelea; un cuchillo en su cintura para usos varios, una capa dividida en dos algo desgastada que utiliza como bufanda si se da la ocasión y bajo de esta una mochila pequeña con elementos fundamentales (ración de emergencia, agua, vendajes, piedra para afilar armas, etc.); empuña una guadaña algo antigua que encontró durante una exploración pero posee algo perturbador en ella. Ambas, su armadura y guadaña, poseen algunos encantamientos para aumentar su resistencia, poseer mayor resistencia a la magia, y poder matar cosas que un arma solo de metal no podría matar.

Historia


El antes y el después de un guerrero

Prologo: La típica historia puede variar más de lo que parece...
30 años antes de la apertura del portal oscuro, nació un elfo a cual nombraron Mereldien WhisperingWoods, pero la alegría de su nacimiento se vio opacada, ya que su madre, una mujer de constitución débil y enfermiza, murió mientras daba a luz. Tras la muerte de su madre, el quedo bajo el cuidado de su padre Thereldien y su hermano mayor Eoldien, ambos forestales, defensores de los bosques de Quel' Thalas, por lo que por lo que su futuro ya estaba prácticamente escrito, crecer, entrenar, y volverse un forestal como sus mayores... o ese se supone era el plan...

Capítulo 1: El día a día de alguien con deseos peculiares es más difícil de lo que parece...
Cuando Mereldien tenía 30 años (edad en la que la apariencia de un elfo es la de un humano de entre 10 y 12 años) él ya se encontraba cansado, no entendía porque, pero esa cuidad que maravillaba a la vista conocida como Lunargenta... a el solo le parecía una jaula de oro. En su mente, el sabía que su forma de pensar era extraña pero no lo podía evitar, formalidades, banquetes, fiestas, etiqueta, reuniones, en su mente eso solo eran acciones vacías para formar lazos falsos, pero entre todo esto, el encontró una cosa que si le interesaba... guerra. El joven pasaba horas investigando sobre antiguas guerras, sobre las más grandes batallas, sobre los héroes que surgían de estas, sobre aquellos lazos forjados en sangre, y estas historias extasiaban al muchacho, el deseaba dejar todo atrás y convertirse en un maestro de la guerra, pero, ¿Podría abandonar a su hermano?, ¿Y a su padre que lo crio con esfuerzo?, su corazón no podía responder estas preguntas, hasta que cierto día, noticias del sur llegaron...
"Un portal oscuro ha sido abierto", tan simple como esa frase suena, con esa misma simpleza desordeno los pensamientos de la gente, ya que de este portal emergió una raza bélica conocida como "orcos", los cuales arrasaron con lo encontrado en las cercanías del portal. Ante estas noticias, se decidió enviar exploradores para evaluar la amenaza que estos orcos representaban, entre ellos se encontraba el padre del chico, Thereldien, el cual acepto su misión sin pensarlo... respuesta estúpida, ya que, no se sabe bien como, él fue descubierto, atrapado y asesinado. Cuando las noticias de la muerte de su padre llegaron, lo único que dijo el joven fue "idiota..." en un simple suspiro, el sabía que su padre no era tan descuidado para dejarse atrapar, pero la verdad eso no le importaba, ya nada lo ataba a aquel lugar, su padre estaba muerto, y su hermano apenas le hablaba tras saberlo, por lo que, usando de excusa un recado en un pueblo cercano, el tomo lo indispensable y se marchó...


Capítulo 2: Encontrar trabajo puede ser más difícil de lo que parece...
Tras algunos meses, el joven Mereldi... no, cuando partió dejo ese nombre de lado, su nuevo nombre era Jarrod... bueno, en fin, Jarrod había estado viajando con un grupo de mercaderes hasta llegar a la zona más cercana a los conflictos, a cambio él trabajaba de portaequipaje o cuidando a los caballos, por lo que su viaje fue bastante más fácil de lo que imagino, pero el verdadero problema empezaba ahora...
Jarrod debía encontrar la manera de entrar al campo de batalla, la manera legal, alistarse como soldado, entrenar, y ser enviado al frente, tardaría años y le era imposible, pero la manera intrépida, entrar en un grupo mercenario, los cuales eran llamados "fuerzas dispensables"(un linda manera de decir carne de cañón...), e ir al frente con estos, pero esta manera también tenía un gran obstáculo... su aspecto. A simple vista su aspecto no difiere al de un niño, su cabello largo y rojizo como el fuego de una hoguera, tez clara a pocos escalones de la pureza de la nieve, ojos verdes como las hojas recién brotadas de un árbol, y su complexión delgada pero poco más alta de alguien de su "edad"... si, con algo de maquillaje y ropa bonita podría pasar tranquilamente como una linda jovencita... cada vez que recuerda esos tiempos actualmente siente ganas de golpearse..., pero siguiendo con lo anterior, esa "bonita" apariencia y físico aun no entrado en la "adolescencia" humana, solo le dificultaron las cosas; pidió ingresar en muchos grupos y las respuestas variaban entre reírse de él, cerrarle la puerta en la cara o golpearlo en el estómago (o las 3), pero finalmente, cuando pensaba en buscar otra manera, un sujeto con aspecto de unos 45 años se acercó a él con un aire imponente y le dijo:
-"Tiene buena mirada niño, oh espera, debes tener una década menos que yo, esas apariencias que tienen siempre son molestas, en fin, si tienes tanto apuro en ver la muerte puedes venir con nosotros, pero ni creas que te paradas junto a los guerreros, con ese cuerpo tuyo solo serás una molestia, serás nuestro corredor y mensajero, y quien dice, tal vez si vives hasta poder empuñar un arma incluso podría entrenarte un poco, buajajajaja!"-
Y así consiguió entrar, aunque no como soldado... pero con algo se debe empezar,¿no?

Capítulo 3: La prueba de fuego puede ser más peligrosa de lo que parece...
Ese era el momento, el lugar donde siempre quiso estar... bueno, unas decenas de metros más adelante, pero tampoco nos pongamos específicos. Como corredor, su trabajo era permanecer junto al líder, aquel viejo, y transmitir sus órdenes entre los grupos separados, tarea que hasta el momento no había requerido un esfuerzo extraordinario, pero en cierto momento del combate una unidad se adelantó de más, quedando rodeada por los lados, al ver la situación, el viejo rio, toco el hombro del chico y le dijo "¿Ves ese grupo de imbéciles de allí?, ve y diles que retrocedan, ah sí, suerte con los orcos de por medio" (.-. jódete), ante estas órdenes Jarrod temblaba, pero no era miedo, era emoción...
Inmediatamente cargo a su destino, aunque igual de rápido 3 grandes figuras le cortaron el paso, pero desesperar por eso solo sería inútil y fracasar no estaba en sus planes. Con suma agilidad el joven se movía dando pasos largas, prácticamente saltos para su corto cuerpo, de un lado al otro, despistando a sus adversario y generando una brecha por la cual pasar, y así dejándolos atrás, pero no pudo imaginar que uno de los orcos arrojaría su hacha... Reaccionando en el momento justo pudo esquivar el golpe, bueno casi, ya que el filo del arma dejo un trazo en su rostro desde abajo de su oreja derecha hasta unos centímetros antes de la comisura de su boca, esto destruyo su concentración y lo dejo vulnerable al siguiente golpe, justo antes de recibir el golpe de gracia a manos de una pesada hacha de guerra, la cabeza del orco fue atravesada por una flecha, disparada por nada menos que por aquel viejo; pero aun así, el hacho solo perdió algo de impulso, no se detuvo, bajando con la suficiente fuerza como para dejar un tajo desde su pómulo izquierdo hasta la parte superior de su abdomen, de no ser por la pérdida de fuerza sería un golpe que lo partiría en dos. En ese instante sus piernas se sintieron frágiles, su respiración era pesada y sus ojos perdían el foco, sentía que caería y moriría en cualquier momento...¡No!, no podía permitirse caer, no podía aceptar que eso era lo más lejos que llegaría; avanzando a base de fuerza de voluntad y obstinación, con su cuerpo ensangrentado y su mente dispersa llego junto a los soldados, tomo aire y con toda su fuerza grito:"¡Retrocedan!", grito al que los guerreros hicieron caso, sin antes tomas al chico de rojo con ellos...

Capítulo 4: Ser un conejo es más bueno de lo que parece...
Jarrod se despertó en una tienda de campaña, sus heridas estaban vendadas, pero sabía que estas dejarían su marca. Cuando estaba por levantarse para ponerse al tanto de todo, un grupo de hombres entro a la tienda, estos tenían caras conocidas ya que eran el viejo líder y algunos miembros del grupo. Antes de que el muchacho pudieras decir algo los hombres comenzaron a reír, en ese momento el viejo se acercó y dijo: -"¡Mírate chico, con esas cicatrices ya dejaras de parecer una niñita!, eso es bueno, aunque entre los soldados los saltos que dabas al correr hicieron que de verte como un niño bonito pasares a ser un conejo, conejo rojo es de hecho como te dicen, obvio, por tu cabello, y por estar cubierto de sangre claro está. ¿No te gusta?, bueno, tal vez si mejoras y destacas puede ser que cambie a algo como "Liebre Carmesí" o algo por el estilo como las cosas que le gustan a tu raza"-
Para ser sinceros, la verdad el apodo no le disgustaba, de hecho, tomo esa broma de su capitán y la convirtió en su nombre, Jarrod CrimsonHare, sonaba bien en su mente de ser honestos, y junto con eso, el viejo capitán comenzó a entrenar al joven en todo lo posible: el manejo de armas (entre las cuales las lanzas ganaron cierto cariño), estrategia militar, supervivencia, y maneras "sutiles" de conseguir contratos, aunque claro, todo esto llevo sus años.
19 años más tarde, Jarrod ya tenía 50, hace ya varios años había derramado por primera vez sangre en el campo de batalla como un guerrero, su físico todavía era algo subdesarrollado (aunque su altura no) pero, gracias a su arduo entrenamiento y las golpizas recibidas durante el mismo y las batallas, este  era bastante más fornido de lo normal, su cuerpo ahora estaba cubierto de cortes y cicatrices, resaltando las recibidas en su primer día en el rostro, su rostro de niño ya poseía características mucho más masculinas, sus ojos eran más afilados, y su sonrisa inocente se volvió una que mostraba fiereza. Para ese entonces su viejo maestro ya rozaba los 70 años, prácticamente en el final de la vida de un guerrero humano, sabiendo esto, el viejo llamo a Jarrod...


Capítulo 5: Lo que se dice en una despedida importa menos de lo que parece...
Ante la convocatoria del viejo, Jarrod no tenía ni la más remota idea de lo que quería, aunque esto cambiaría con su siguiente oración: -"¿No va siendo la hora de que te marches, chico?"-dijo el viejo,-"¿Oh?, ¿Ahora eres frío con alguien que tiene la apariencia como para ser tu nieto?"-respondió el joven, a lo que el viejo respondió de manera seria -"Fuera de bromas chico, te habrás dado cuenta pero no creo que tenga mucho tiempo, además ya no queda nada que este viejo pueda enseñarte, solo con sangre y experiencia podrás seguir tu camino, y por triste que sea esto es lo más lejos que llegaras aquí..."-, entonces el joven respondió de igual manera -"...es verdad, no puedo dejar que sus viejos traseros me retengan por siempre, ¿No?, Pero quiero que sepas que para mí no eres mi maestro, eres mi amigo, mi más viejo amigo, si alguna vez tus hijos o nietos necesitan ayuda diles que me busquen, es lo menos que puedo hacer..."-, mientras decía esto Jarrod camino a la puerta, sin antes susurrar una "Gracias viejo...", a lo que el viejo respondió "Cuídate, niño conejo..." mientras una sonrisa teñía su rostro. Ambos lo sabían, tal vez nunca se volverían a ver, pero si se pusieran sentimentales ya no serían aquellos guerreros que compartieron tanto juntos, una sonrisa de lado a lado, esa era la mejor manera de despedir esta larga amistad...
Luego de ese intercambio Jarrod tomo sus cosas y se marchó, por primera vez en muchos años volvía a estar solo, pero su objetivo era más claro que nunca, seguiría viajando, seguiría combatiendo y perfeccionando sus conocimientos sobre la guerra, se pararía entre la cúspide de los guerrero, y un día, tal vez un día, lo conocerán como uno de los más grandes Señores de la Guerra, esa es su aspiración, siempre lo fue, y a esta altura del partido nada lo cambiara...

Epilogo: La guerra es más interminable de lo que parece...
Pocos años después Jarrod se enteró de la muerte del viejo, no fue en una cama dócil y enfermo, murió en batalla, de pie con su lanza en mano junto a los otros viejos perros de antaño, cubriendo la retirada de los nuevos cachorros, al escuchar eso dos cosas pasaron por su mente, la primera "Eso es del estilo de esos perros de guerra entrados en años", y la segunda fue una de las lecciones que le dejaron: -"Vive con una sonrisa confiada en tu rostro, come con ella, ama con ella, duerme con ella, pero cuando estés en batalla solo ríe, ríe fuerte y claro, para cuando la muerte te llegue la recibas con una carcajada"-.
Esas palabras siguen en su memoria tras tantos años, tras tantas guerras; sonrió en los Reinos del Este, sonrió en Kalimdor, sonrió en Terrallende, sonrió en Rasganorte, sonrió en Pandaria, sonrió en Draenor, sonrió en la Costa Quebrada, y no dejara de hacerlo hasta cumplir su objetivo o la muerte se lleve su última carcajada...


War-Eater: La devoradora de Guerras

Durante sus viajes por el mundo Jarrod recibió numerosos contratos, uno de los más memorables fue ser escolta de un grupo de caza-tesoros mientras exploraban unas antiguas ruinas de origen desconocido encontradas tras el cataclismo. Al principio todo era normal, las típicas trampas, los típicos golems guardianes, las típicas muertes por descuidos idiotas, nada se salía de la norma, bueno, eso hasta que entraron en una de las recamaras selladas. En medio de una gran recamara se encontraban numerosas armas, pero la que más llamaba la atención era una guadaña, esta poseía inscripciones rúnicas a lo largo de su hoja y empuñadura, su filo parecía cortar con solo mirarlo, y una gema incrustada al comienzo de la hoja que emanaba una ominosa aura de violencia que recubría gran parte del arma.
Al verla, Jarrod sintió lo más parecido a un primer amor, el tipo de arma se encontraba en su zona de confort, su hoja parecía poder aguantar miles de batallas, y su aura le recordaba la emoción del combate incluso fuera de este. Instantáneamente intento tomarla, pero uno de los ladrones le advirtió "No te lo remendaría, esa cosa esta maldita, según lo que entiendo de las runas eso aumentara la sed de sangre, el odio y la violencia que siente el portador en combate", a lo que Jarrod solo respondió sonriendo y susurrando "Mejor!" y simplemente la tomo.
Desde ese entonces esa guadaña lo acompaña en todo campo de batalla que pisa y su hoja ya saboreo la sangre de desenas de oponentes, pero a su vez susurros se desprenden de esta hasta su mente, y el primero fue su nombre: War-Eater, La devoradora de Guerras...



Bueno, para finalizar me quería disculpar si es que el post se volvió largo, pero quería dejar plasmada la motivación del personaje y lo mas importante de su historia, es algo que uno decide o no poner, en fin. Dentro de poco publicare diferentes historias del pasado de Jarrod que pueden llegar a interesar, invito a leerlas.

Desde ya muchas gracias por leer esta ficha.
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